Hace miles de años atrás, antes que los colonos españoles llegaran a estas tierras, mucho antes que los habitantes del imperio Inca contemplaran estos paisajes, existía una antigua tribu llamada HAR (derivado de la primera palabra que escucharon sus habitantes al momento de comprender el sonido de todas las cosas existentes). Este pueblo, el primer pueblo que vio surgir todo lo creado, coexistía armónicamente con la naturaleza. Durante muchos cientos de años vivieron de los frutos que la naturaleza le entregaba.
Una mañana nació una mujer, a la cual llamaron Helen. Ella creció con una gran curiosidad y una latente pasión por comprender y saber los misterios que escondía la naturaleza. Sus padres, al observar aquella pasión, la llamaron Helen Lot, a raíz de una antigua leyenda que conocía la tribu, sobre un antiguo dios llamado Lot, el dios del misterio y de la curiosidad, que llevó a los primeros humanos de la tribu HAR casi al exterminio.
Este dios llevó a los habitantes de la tribu a emprender largos viajes para conocer las tierras que se avecinaban mas allá de la cordillera y el mar, impulsados por un sentimiento de curiosidad y una gran pasión por la aventura. Pero en poco tiempo quedó la ciudad casi vacía y los pocos habitantes de HAR se quedaron a cuidar lo poco que les quedaba. Estaban temerosos a las pasiones del alma, y se refugiaron dentro de sus viviendas para satisfacer ese deseo a través de la creación de las artes; prefirieron quedarse a contemplar desde las imágenes que a explorar la naturaleza.
Helen tenía tanta curiosidad que una mañana se aventuró dentro del bosque y encontró antiguas ruinas de sus antepasados que los habitantes de HAR ocultaban con recelo. El pueblo jamás volvió a ver a Helen, pero se cuenta que ella desapareció en el mar. Esas historias impulsaron a otros aventureros a expandirse sobre las tierras del sur, sobre las tierras del norte, más allá de la cordillera, para poder descubrir lo que se oculta más allá del mar.